Primera División

Alarmante cifra en el fútbol argentino: se juegan 50 minutos de 90

Cada vez se juega menos en primera división, de tiempo neto. Entre 2023 y 2024 el promedio es de 50 minutos de 90, lejos de los 58 minutos de la Premier League y muy cerca del último puesto.

07/05/2024 | 17:50

Gabriel Rodríguez

Gabriel Rodríguez

En el fútbol argentino cada vez se juega menos. Y no es un latiguillo: en los partidos del torneo de la Liga y Copa de la Liga 2023 y la Copa de la Liga de este año, el promedio de tiempo efectivo por partido es de 50 minutos y 28 segundos, el 51% del tiempo real colocándose entre las ligas en donde menos rueda la pelota, sólo por delante de Perú y Bolivia pero muy lejos de los 58 minutos y 31 segundos de la Premier League en donde se disputa el 57% del tiempo real.

Protestas al árbitro. Modo de arbitraje. Esconder pelotas. Demora o ausencia de los alcanza pelotas. Demoras en la reanudación. Demora en el VAR. Invento o simulación de lesiones. El miedo a perder incluso después de sacar ventaja y los estilos alejados de la posesión de la pelota aparecen como las primeras causas de por qué se juega cada vez menos en Argentina.

Ello se asocia directamente con lo que se llama “tiempo efectivo o neto de juego”. ¿A qué se refiere? Al tiempo real de juego, que va en contraposición al “tiempo muerto o tiempo perdido”.

Este indicador se calcula tomando el dato del tiempo total del partido, restándole la suma de todo el tiempo que pasa entre incidencias que detienen el juego como las ya descriptas y los que lo vuelven a activar como los saques de arco, los laterales y tiros libres que tardan 12 segundos en ejecutarse cuando se va perdiendo y 21 segundos cuando se va ganando.O sea, tiempo total del partido menos el tiempo en el que el balón no está en juego.

Pablo Echavarría, juez de la Liga Profesional no cree que haya algo puntual, sí un sinfín de causas: “No hay algo puntual. Creo que el VAR, los cinco cambios, la pérdida de tiempo sumado a la estrategia cuando te tienen contra un arco y te desbordan, empiezan con el arquero tirado, un jugador medio dolido que no se levanta porque el VAR puede revisar, ya que si te levantás rápido le estás dando la razón al árbitro de que no fue falta”.

Los datos arrojan que en los partidos donde el local pierde de manera ajustada, además, se juega más tiempo que en los que lleva la ventaja. En nuestra liga se dan vuelta pocos cotejos y una ventaja inicial significa casi quedarse con los tres puntos, ya que el 91% de los equipos que comienzan ganando, no pierden.

Echavarría coincide en que se juega poco: “Entran situaciones no contempladas. En un saque de meta hasta que la pelota no ruede, no se cuenta como que está en juego… en los cambios… es tiempo perdido… pero sí, coincido en que se juega poco. Cuando van 0 a 0 hasta que hay un gol, el tiempo jugado es elevado y con el gol comienza la demora… los equipos preparan hasta a los alcanza pelotas”.

Aunque “los partidos duran 90 minutos”, tal resalta una frase hecha, la International Board encargada de las reglas del fútbol, tiene en mente un proyecto para que los partidos duren 60 minutos netos, divididos en dos tiempo de 30. En Argentina, mientras, ya parecen durar bastante menos aunque es cierto que el porcentaje subió desde la Superliga 2019/20 cuando estaba en 41 el porcentaje de un partido que se iba sin que la pelota ruede.

Pero si el fútbol en Argentina debiera durar 60 minutos netos, se proyecta una duración de dos horas y media lo que haría que el partido tenga un período de duración más largo, complicando las grillas televisivas y sin que eso sea garantía de que el juego fuera a mejorar.

Germán Bermúdez es árbitro de la Primera B Metropolitana y dice que no estaría mal jugar 60 minutos pero pone reparos: “No estaría mal que se jugase a tiempo neto, 30 ó 35 minutos por período, pero hay que ver qué sucede con el negocio de las televisaciones. Porque sabemos cuándo empieza un partido pero no cuándo termina… ¿Estarían dispuestos los canales a alterar su programación porque la duración de un partido es más larga?”.

El partido de Central y River de julio de 2023 tuvo sólo 44 minutos y 17 segundos de tiempo neto de los 103 que se jugaron. De hecho, en el complemento fue en donde más se detuvo el juego, disputándose 23 minutos de los 56 totales.

En el clásico rosarino de hace algunas fechas, se jugaron casi 41 minutos en total, pero el partido duró sin contar el entretiempo unos 105 minutos.

Para Bermúdez, las especulaciones, el miedo a perder pueden ser las claves: “Es cierto que el tiempo real es inferior a los 90 minutos. Se juega menos porque se especula con las demoras, el miedo a perder porque se condena al perdedor y el que va en ventaja apela a especulaciones para ganar tiempo”.

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Pero claro, la problemática es mundial: en Rusia 2018, un análisis de los primeros 32 partidos, arrojó un promedio general de 97 minutos pero la pelota sólo estuvo en juego 55 minutos.

Para recuperar eso, durante Qatar 2022, los árbitros agregaron más minutos de descuento que el habitual, como por ejemplo 24 minutos en un Inglaterra – Irán. PierluigiCollina, presidente del Comité de Arbitros de FIFA lo explicó como “tiempo activo” de recuperación con un dato particular: un partido de tres goles lleva una celebración de un minuto y medio, con lo que se pierden cinco o seis minutos.

Para Bermúdez no está mal que se adicione mucho: “No digo que no se adicione, hay adiciones extensas más que hace 25 años. También el VAR tiene influencias, pero si vemos que los arqueros argumentan molestia, es atendido en el campo de juego y ahí ni el árbitro ni el médico pueden hacer algo si el juego se para por una lesión”.

En el último River – Boca, Miguel Borja acusó a Chiquito Romero de hacer tiempo. En conferencia de prensa, Rubén Insúa chicaneó a Diego Martínez antes del Boca – San Lorenzo que cuando era técnico de Huracán hacía tiempo. Pero el Gallego también lo hace con el Ciclón. Ni hablar de Guido Herrera, el gran arquero de Talleres que en este tramo de su carrera parece hacer la “gran Olave” del Belgrano de Zielinski, con un aparente dolor o molestia física cuando el equipo no encuentra el rumbo.

En cancha de Unión parece haber un patrón. Le sucedió a Echavarría y dos veces: “No sé si será casualidad. Mientras a Unión lo atacaban, tuve que parar el juego en dos partidos diferentes, ante Estudiantes y Platense. Lo paré porque me avisaron de un desmayo en las tribunas. Ante mi duda le pregunté al chofer que nos lleva a la cancha en Santa Fe y me dice que lo hacían a propósito. Y después estaba viendo el último Unión-Boca y volvió a pasar… todo picardía”.

Todas esas mañas forman parte del mismo arte, que termina perjudicando la duración real de cada partido y más allá de que el reloj marque se terminó al minuto 100. El fútbol cayó en un pozo y de ahí que FIFA busque mover la estructura, además del interés comercial. Porque no es lo mismo vender un paquete cerrado con moño que una caja de sorpresas como un partido de fútbol.

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