Grupo C. El boletín de calificaciones de la dura eliminación de Boca
El periodista de Cadena 3 Claudio Giglioni analizó el rendimiento de los futbolistas de ambos equipos.
Fútbol rosarino
Rosario, mi ciudad, no está lejos de estos grandes escenarios. Si está Fluminense, ¿por qué no Central o Newell’s? No se trata de billeteras. La firmeza de rumbo también se construye desde la palabra.
08/07/2025 | 21:18
AUDIO: La página editorial de Claudio Giglioni sobre la actualidad de los equipos rosarinos.
FOTO: El cielo del MetLife.
Claudio Giglioni
Hay momentos en los que el fútbol, ese espacio tan sobrecargado de cifras, nombres rutilantes y promesas de gloria, necesita volver a lo básico. No a lo primitivo, sino a lo esencial. Hoy, parado en este escenario, donde se cruzan sueños, millones y camisetas históricas, quiero hablar de eso: del equilibrio. O, como me gusta llamarlo, del justo reparto entre fracs y overoles.
Rosario, mi ciudad, no está lejos de estos grandes escenarios. Si está Fluminense, ¿por qué no Central o Newell’s? No se trata de billeteras. Si vamos a medir con eso, Fluminense tampoco debería estar. La historia demuestra que, con una idea, buenos jugadores y un proyecto sostenido, los clubes pueden llegar. Pero para que eso ocurra, lo primero que se necesita es algo que parece menor, pero que lo cambia todo: regularidad.
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El periodista de Cadena 3 Claudio Giglioni analizó el rendimiento de los futbolistas de ambos equipos.
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El fútbol rosarino no la tiene. Hace una gran campaña, se mete en la Copa, ilusiona… y al año siguiente, todo se derrumba. Las directivas, en lugar de consolidar lo que funcionó, desarman, improvisan, apuestan mal. No es un problema de calidad futbolística, es de rumbo. Y en ese rumbo se juega también la comunicación.
En el caso de Newell’s, lo que hoy abunda es el silencio. Nadie comunica, nadie explica. Se confunde prensa con marketing y se olvidan de que la palabra oficial también puede contener, ordenar, aclarar. A veces el problema ni siquiera es tan grande como se percibe. Pero si no se habla, si no se informa, lo único que crece es la desconfianza. La firmeza de rumbo también se construye desde la palabra.
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El equipo del Parque Independencia debe aprender de sus propios errores y salir del estado de emergencia en que lo agarró Fabbiani. La eliminación da tiempo y Newell’s tiene que volver a ser Newell’s.
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Del otro lado del puente, Rosario Central vive una efervescencia lógica y hermosa. Vino Di María, volvió Veliz, la gente sueña y la ilusión se mete hasta por las hendijas de los portones del Gigante. Pero, otra vez, conviene recordar lo básico: hay que armar un equipo. Porque los nombres no juegan solos. El PSG juntó a Neymar, Messi y Mbappé y no ganó nada. ¿Qué faltó? Equipo. Distribución de roles. Fracs y overoles.
El fútbol necesita esa lógica empresarial que distingue bien quién se pone el traje para cerrar acuerdos y quién se arremanga para operar la máquina.
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Faltan tres partidos. Dos en el Gigante. El sueño, más vivo que nunca. Y no es un accidente: es consecuencia directa de competir con seriedad, hambre, y una idea que, más allá de fallas, se sostiene.
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Central tiene hoy la posibilidad única de construir algo serio, potente y duradero. Pero para eso debe evitar marearse. No todo es Di María, no todo es luces. Hay que saber quién corre, quién raspa, quién piensa y quién ejecuta. Y a todos, por igual, hay que hacerlos parte. Un equipo se arma cuando todos entienden su función.
En definitiva, el fútbol no es una gala permanente. Es una fábrica de emociones, sí, pero también de trabajo. Y en ese andar entre el escenario y el taller, hay que saber cuándo ponerse el frac… y cuándo el overol. Sólo así los sueños de Rosario podrán hacerse realidad. Sólo así podremos volver a estos grandes escenarios, no como invitados ocasionales, sino como protagonistas regulares.
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